Son las tortas de anís típicas de Sevilla, aunque estas no llevan huevo, mantienen el sabor y, la textura crujiente de la torta es idéntico. Eran el dulce de mi infancia y de mi adolescencia, recuerdo que las comía en el recreo y luego utilizaba el papel encerado, que las envolvía, para deslizarme por el tobogan de cemento que había en el patio del colegio.
Ingredientes: (6 tortas normales o 9 tortas pequeñas)
100 g de harina de
trigo blanca
50 g de azúcar
50 ml de aceite de
oliva virgen extra
50 ml de una infusión
fuerte de anís
1 cucharada de
postre de semillas de sésamo
1cucharada de
postre de semillas de anís
1 pizca de sal
La cascara de
medio limón
Azúcar para
espolvorear las tortas
Preparación:
- Hacer una infusión
con 1 cucharadita y media de anís y 50 ml de agua hirviendo. Dejar reposar
hasta que se enfríe y después colar.
- En una sartén
poner el aceite de oliva a calentar a fuego medio bajo y freír un par de minutos
la cáscara de limón. Apartar del fuego y añadir la cucharadita de semillas de
anís. Retirar el limón y esperar a que se enfríe.
- En un bol mezclar
la harina, el azúcar, las semillas de sésamo, la pizca de sal. Y añadir el aceite
con las semillas de anís y la infusión concentrada de anís. Mezclar todo
primero con una cuchara y después con las manos para que se junten bien todos
los ingredientes.
- Precalentar el
horno a 190 º con calor arriba y abajo. Forrar la bandeja del horno con papel encerado.
- Formar 9 bolitas
todas del mismo tamaño. Es una masa muy delicada, hay que extender cuidadosamente con un rodillo, hasta
formar una torta fina. Colocar las tortitas en la bandeja de horno y
espolvorear con azúcar blanca.Hornear entre 9 y
12 minutos, dependiendo del horno.
- Sacar y colocarlas sobre una rejilla para que
se enfríen.
NOTAS:
Si al formar las
bolas, la masa se pega un poco, por el azúcar. Se pueden amasar con un poco de
harina, antes de hacerlas.
Pasados los 7
minutos de horneado, no se las puede perder de vista. Son tan finas y delicadas
que 2 minutos de más en el horno, pueden
acabar quemándolas.
Al sacarlas del
horno están un poquito blandas y al enfriarse se quedan crujientes.
Si en la casa se pueden resistir al olor, están
mejor al día siguiente. Los sabores se habrán armonizado.
Se pueden guardar
en una caja de lata, típica de galletas, y duran más de una semana, aunque es
poco probable que lleguen a la semana.